Te Cortaría en Mil Pedazos : relatos, historias propias. Resucitandote en cada historia. | Weblog de Cristian Sena

Parte 1

Legado

Dos cosas que el viejo de Pablo le dijo antes de morir fueron:

-No te encariñes con la gente. Hace muy mal.
-No esperes que una mina te avancé. Es más, no esperes a una mina.

Pablo las repite y a mí me produce escalofríos. Constantemente me dice, “viste, mi viejo era un sabio, como son las cosas”.
Trato -en vano- de intentar cambiar su forma de pensar, pero a veces me dan ganas de decirle “tenés razón”.
El viejo de Pablo, buen tipo, vos lo podías mandar a la mierda que el tipo te regalaba la mejor sonrisa. Y era un sabio, en verdad lo era, si cuando iba para la carpintería a darle una mano siempre me tiraba frases al azar que me tenían toda la noche maquinándome los sesos.
Ponía el agua para el mate y el loco ahí nomás te clavaba “Que no se hierva, ni que este fría. Todo tiene un tiempo exacto”.
Y así con todo, nomás bastaba que me pida el martillo para decirme otra “No, ese no, pasame el que tiene dos caras, así como vos”, y listo, ya me cagaba la mañana.
No sé por que razón el termino pensando eso de las minas, pero recuerdo que siempre hablaba de mujeres, siempre citaba alguna que lo había hecho sufrir o algún recuerdo esporádico de una mina que le movió el piso.
Juliana era de la que más hablaba, con Pablo cursé toda la secundaria, es como un hermano para mí, yo lo aprecio mucho, somos compinches, pero fue en el verano que le pedí una mano, necesitaba guita, y él me dijo si no quería ir con el padre que por ahí podía hacer unos pesos, que me convenía, y yo fui, me mandé de una.
Lo cierto es que el Ruso como le decía al padre de Pablo, era muy macanudo, pero siempre marcaba un limite, cuando yo hablaba de ir a comer, o de no sé, que se yo, invitarlo una cerveza, el ahí automáticamente me decía que no. Y nunca le pregunte, nunca me llamo la atención, hasta que Pablo me confeso esos dos consejos que le dio el padre.
Cuando Pablo termino de contarme eso al instante le pregunte por Juliana, toda la curiosidad broto de golpe. Y sorprendentemente Pablo me contesto “No sé, mi viejo jamás habló de su vida privada conmigo”. Y eso que era el hijo él. Una locura o una cordura.
Recuerdo la voz del Ruso, y su frase que nunca me atreví a decirle a Pablo, “Me di cuenta que todas las minas me dejaban por mi forma de ser, sin saber que yo disfrutaba así mi vida”.
Esa frase tomó valor cuando mi mujer me dejó. Y siguió sumando valor como una bola de nieve cuando todas las mujeres no pasaban más que un fin de semana conmigo. Es más ya sabía cuando era el momento exacto en que una mujer me dejaba, con tal solo escuchar “¿Tenés hora?”.
Ahí ya sabía que otra vez la búsqueda era al pedo. Que toda la tarde, que toda la noche, que la media mañana no servía absolutamente para nada.
Pero yo no quería terminar como el Ruso, yo no quería terminar así. Y sin embargo en cada anécdota, en cada fracaso parecía que hablaba de mí. Con exactitud, con una precisión que a la noche no me dejaba dormir.
Cuando me acostaba a la noche sentía en mi pecho un adoquín, no podía dormir. Es como que todo se me subía a la garganta y tenía que ponerme un almohadón más para inclinarme un poco y así poder cerrar los ojos y descansar.
Que me dejen no era el inconveniente, el tema era que yo lo sentía como un fracaso personal, no separaba las cosas, ni tampoco podía decirme “Quizás no llego a conocerme”, no, yo asumía toda la culpa.
Lo afirmaba en cada noche cuando la veía normal, cuando veía que mi esposa seguía exactamente igual como si nada le hubiera pasado, y me preguntaba “¿Cómo hace?”.
No sé como hacen las personas para superar eso, no lo sé.
Me llamaba en la semana para saber como estaba, me llamaba para decirme que me quería. Odio sentía al escuchar eso, escuchar el “¿Cómo estás?”, me daban ganas de decirle, como el culo ¿Cómo mierda se te ocurre llamarme para saber como estoy?.
Y todas exactamente igual, el mismo procedimiento, por ultimo optaba por decirle a todas lo mismo, “excelente, por suerte, muy bien” y la voz del Ruso en mi cabeza, “No es bueno querer a la gente, como tampoco es bueno odiar a todo el mundo, pero viste, es como que de a poco te vas muriendo”.
El problema es que uno constantemente se enamora, a cada instante en cada segundo, de personas simultaneas, y en la cabeza se hace un collage con rasgos de todas las personas que te van marcando y cuando ves algo de alguna de ellas, cagaste. Ya es tarde, pero esa no es la peor parte, la peor parte viene cuando sabés que te van a dejar en horas, cuando te das cuenta que es cuestión de darte vuelta para saber que a esa persona no la vas a ver nunca más. Y las mujeres tienen ese puto cariño que te caga la vida. Ese cariño del orto de saber como estás después que te hicieron mierda.
Pero lo hacen sin culpa, no es que lo hacen con intención de joderte, en verdad, juran estar preocupadas, solo a una mandé a la mierda y se largo a llorar.
Pensé que se suicidaba la boluda, pero nuevamente al otro día ya se le había pasado y me pedía disculpas por ese llamado. A ella se le pasaba en un día y yo me sentía pésimo toda la semana por que al saber que ella lloraba por mí reavivaba un poco la esperanza de que quizás quiera volver conmigo, de que se yo. Pero nada que ver, lloran por su sensibilidad de mujer y nada más que por eso. Por que te ven vulnerable, se mimetizan enseguida, como una especie de lastima y saben de forma inconsciente que algún día les pasara lo mismo que ellas están haciendo y esa especie de culpa ajena las hace llorar.
Volviendo al tema, cuando el Ruso falleció, yo me fui de la carpintería, por que Pablo la cerró, él estudiaba medicina y no se daba maña, yo no había aprendido un carajo por que el Ruso no era bueno explicando y se calentaba enseguida si no entendía, entonces solamente le cebaba mates, barría un poco, acomodaba las cosas, no me dejaba ayudarlo por que decía que podía cagarle el trabajo si me equivocaba en un milímetro así que en pocas palabras me tiraba unos mangos por que tenía mucho laburo y nada más que por eso.
Cuando me fui de ahí, conseguí laburo en un casa de computación, estaba de vendedor, un laburo que realmente necesitaba para comenzar a relacionarme con la sociedad nuevamente, para darle otra oportunidad. Me hacia pensar que quizás eso me salvaría un poco del encierro, de la frustración.

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3 Comentarios:

# Anónimo dijo...

ai me encantó !
quiero la segunda parte :D

# Anónimo dijo...

Hacía tanto que no me dedicaba a leerte, que ahora lo lamento, es mucho para ponerme al día, y nada es lo que me quiero perder...

Asique, me toca internarme acá.
Tenés habiataciones, no? Voy a estar varios días.
Ah, y no tengo obra social. La internación es más cara? Escucho ofertas.

En fin.
un placer haber vuelto al ruedo.

# Anónimo dijo...

" no te encariñes con la gente.Hace muy mal"
"...Todo tiene un tiempo exacto"

sabes...llaman madurar a conformarse y no sentir nada por dentro... creo que el ruso mas que conformarse cerro la ventana
y el huracán quedó dentro.. y en cierta forma el encierro y frustracion es parte de eso.


Cariños: Milka Stojakovic.

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